Nuestro restaurante se encuentra enclavado en un maravilloso entorno manchego a los pies de 7 magnificos y fabulosos molinos de viento.
Te encontraras en apenas cinco minutos de caminata desde la puerta de nuestro restaurante, en la magnifica Sierra moteña desde donde podras contemplar nuestros gigantes y unas vistas y atardeceres que merecen mucho la pena.
La estructura industrial de los molinos es una forma cilíndrica de mampostería encalada y pequeñas ventanas con el objeto de testar los vientos para orientar el mecanismo. La cubierta de madera, donde se alojan las aspas, es móvil para poder aprovechar el viento.
Mota del Cuervo estaba coronada por un grupo de 23 molinos de los cuales hoy sólo quedan siete. De la peculiar identidad que representan y la importancia de su construcción da muestra el hecho de que todos tienen nombre.
Del grupo que se conserva El Zurdo es el más importante, es el mejor restaurado y además debe su nombre a que sus aspas giran al revés. Lo acompañan otros seis que cierran el conjunto: El Joaquín Piqueras, El Cervantes, El Franz Grillparcer, El Goethe, El Francia y el Irak. Ell primer Domingo de cada mes, si el tiempo lo permite, se celebra la molienda y los molinos baten el aire manchego para deleite de propios y extraños.
A unos 6 km del restaurante encontramos un humedal de gran importancia a nivel internacional, que hara las delicias de los amantes de la naturaleza y que merece la pena visitar las Lagunas de Manjavacas.
Entre las especies ornitológicas que la frecuentan, podemos destacar por su importancia Internacional en el caso de la reproducción la pagaza piconegra, la cigüeñuela, la avoceta, el pato colorado y el zampullín cuellinegro. En las épocas de mayor nivel hídrico, las aguas de la laguna de Manjavacas acogen nutridas poblaciones de aves migratorias. Dada la naturaleza del suelo, en el entorno se cultiva la vid y el cercal de secano propio de la zona, salvo algunas zonas de regadío que aprovechan los aportes residuales de la acequia madre. En los años 2009 a 2011, una numerosa colonia de Flamenco común (Phoenicopterus ruber), en ese tiempo ha sido también importante refugio de Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala).